Andrzej Gawroński nació en Ginebra en 1885. Este políglota polaco fue el hijo de Franciszek Rawita Gawroński, escritor, historiador y periodista, y de Antonina née Miłkowski. También tuvo una hermana y dos hermanos. Gawroński no fue un estudiante ejemplar. En sus calificaciones escolares, tuvo la siguiente nota » modales reprensibles debido a su persistente alegría». Sin embargo, su hermana recordó que tenía «una gran facilidad para escribir y para la poesía».
El talento descubierto de un políglota joven especial
Cuando Andrzej Gawroński tenía diez años, sucedió un hecho extraordinario que revelaría sus extraordinarias capacidades de memoria. Un día, su padre descubrió que Andrzej no había terminado sus deberes – ¡no se había aprendido un cierto número de verbos irregulares del libro de gramática alemán! En respuesta a la reprimenda, el niño respondío despreocupadamente, «¡No hay problema! ¡Me los aprenderé en un momento.» Poco después, volvió y recitó todos los verbos sin dudar. Era un total de 10 páginas – ¡desde «becken» hasta «zwingen»! Su padre no pudo olvidar este momento durante el resto de su vida.
Cuando Andrzej Gawroński tenía 12 años, vivió en Przemyśl, donde acudió a la escuela de gramática local. Por aquel entonces, una gran comunidad judía habitaba en la ciudad. El jóven logró dominar el alfabeto hebreo y aprender una gran cantidad de estructuras gramáticas de este idioma. Él lo consiguió redibujando las inscripciones hebreas de los letreros de las tiendas y obteniendo explicaciones interesantes de sus amigos judíos. Luego, terminó de rellenar los vacíos que le faltaban estudiando la colección de salmos impresos en hebreo y en polaco.
Amigos y conocidos hablaron repetidamente sobre la notable memoria de Gawroński. Varios años después, cuando Andrzej era estudiante, sucedió lo siguiente. Un día, en la cafetería Schneider en Lviv, hubo un desacuerdo entre varios escritores acerca del poema «Vivo sin vivir en mí» de Santa Teresa”, el cual había sido recientemente traducido al polaco. De repente, Andrzej Gawroński, que todavía era estudiante, entró en la cafetería. Los polemistas le pidieron que aclarara algo sobre el problema porque «él lo sabe todo». Gawroński, en respuesta, recitó todo el poema en su idioma original: castellano.
El joven políglota polaco era muy activo. Durante sus años escolares él montaba a caballo, nadaba, jugaba a pádel, constantemente leía libros y documentos científicos. Utilizó los viajes que realizó a Italia, Suiza, Alemania y Francia para practicar las lenguas recién aprendidas y para aprender nuevos dialectos.
Idiomas como medio para aprender otras culturas
Gawroński siempre aprendió idiomas para saber más acerca de las tradiciones, la historia y la mentalidad de otras naciones. Gracias a sus muchos años de duro trabajo y a su gran curiosidad sobre el mundo, él era experto en varios campos.
Además de sus estudios lingüísticos y orientales, le apasionaban la psicología, la filosofía, los estudios religiosos, la historia de la literatura, la historia y la sociología. El profesor Kazimierz Nitsch solía decir lo siguiente acerca de él, «Cuando intentas determinar dónde está el núcleo de sus intereses, llegas a la conclusión de que solo se puede establecer una limitación: él es humanista».
También merece la pena mencionarl el gran amor que sentía el políglota polaco por la poesía. Le permitía relajarse y, al mismo tiempo, le proporcionaba nuevo material para su investigación lingüística. Él tradujo de manera independiente, entre otros, «Rubaiyat» (cuartetos) del científico y escritor persa Omar Khayyam (1048-1131).
¿Cuántos idiomas sabía?
A menudo, la gente le preguntaba a Gawroński cuántos idiomas sabía. Él normalmente respondía, «No los he contado.» Sin embargo, cuando una vez alguien se lo preguntó de manera constante, él respondió impaciente «Hablo y escribo en 40 idiomas, y entiendo y puedo leer en alrededor de cien.»
El profesor Eugeniusz Słuszkiewicz le conocía personalmente, fue estudiante y asistente del políglota polaco. Según él, Gawroński había aprendido por lo menos 60 idiomas y dialectos. Los manuscritos y libros preservados, en los que él anotó en los márgenes explicaciones y comentarios, no solo prueban que él leía en todos esos idiomas sino que los utilizaba de manera activa.
Según Słuszkiewicz, Gawroński incuestionablemente hablaba: védico, sánscrito, pali, lenguas prakitas (incluyendo maharashtri, magadhi, sauraseni), nuevas lenguas indias (hindi, hindustani, bengalí, punjabi, gujarati, tamil), avestan, persa pehlevi, sogdian, plazar, Armenio, hitita, yaghnobi, georgiano, húngaro, finlandés, turco, árabe, hebreo, tibetano, japonés, ainu, mandi, antiguo peruano, eslavo de la antigua iglesia, búlgaro, serbio, checo, ruso, ucraniano, lituano, alemán, holandés, inglés, sueco, danés, latín , Italiano, francés, provenzal, rumano, español, portugués, griego antiguo, griego moderno, iraní antiguo, bretón y albanés.
¿Cuáles fueron sus técnicas de aprendizaje?
En su memoria sobre Gawroński, el profesor Kazimierz Nitsch escrobió sobre las técnicas que el gran políglota polaco utilizaba para aprender otros idiomas: «El no adquirió el conocimiento de forma teórica. Cuando trataba con idiomas que pertenecen a grupos que él conocía, por ejemplo el eslavo o el sueco o el rumano, él no utilizaba la gramática. Inmediatamente, él empezaba a leer textos en esos idiomas. Con los idiomas completamente desconocidos, hacía lo mismo. Sin embargo, después de dominar los elementos iniciales de un idioma, él se esforzaba para leer la literatura del idioma lo más rápido posible».
A lo largo de su vida, Gawroński estuvo apasionado por otras naciones y sus culturas. Uno de sus amigos recordó cuando Gawroński vivió en París por un tiempo. «A él le interesaba todo y todas las personas que le rodeaban. Andrzej hablaba mucho, incluso con los sirvientes, a los que les preguntaba acerca de sus condiciones de trabajo. Gawroński apreciaba la diligencia de las mujeres francesas. Sus observaciones lingüísticas en el Louvre fueron invaluables. Allí, le gustaba escuchar a los guías contando sandeces a los grupos de turistas.»
Cuando estuvo en Italia, utilizó ansiosamente el dialecto local. También se hizo amigo de trabajadores genoveses y napolitanos. Como resultado, años después en Polonia, recitó con humor las coplas italianas que había aprendido.
No solo un políglota polaco sino también un reconocido científico.
Andrzej Gawroński fue profesor en la Universidad de Lviv. Fue considerado un orientalista ampliamente respetado, experto en lenguas indias y en el impacto de la psicología en los idiomas.
Su carrera de investigación fue brillante desde el principio.
Se mudó a Cracovia durante su primer año de docencia (1913-1914). Fue ahí cuando empezó su amistad cordial con los profesores Rozwadowski and Nitsch. Varios académicos le visitaron en su apartamento. Siendo un hombre de 28 años, académicos canosos como Bronisław Piłsudski acudieron a él para realizarle consultas, cuyos materiales para el estudio del idioma y folklore ainu fueron después editados por Rozwadowski. Tras su muerte, Gawroński incluso dejó un glosario manuscrito del idioma ainu, una lengua minoritaria hablada en Japón.
En 1916, la Universidad de Lviv le nombró profesor asociado de filología sánscrita. Al año siguiente, le hicieron encargado del departamento de lingüística comparativa. En 1920, ya era profesor oficial de esta universidad.
Ayudando a sus estudiantes
Siendo profesor académico, le daría tareas imposibles a aquellos estudiantes que se mostraban demasiado confiados en clase. Él cuidaba del resto de estudiantes de una manera más paternal. Nitsch dijo sobre Gawroński: «Cuando se trataba de personas trabajando en la academia con un gran potencial, no había ningún tipo de material o ayuda moral al que se negara. Independientemente del tiempo y la energía, él siempre estaba dispuesto a compartir su conocimiento y experiencia.»
Rozwadowski recordó que Gawroński vivió una vida disciplinada, como un monje en aquella época. Otros creían que él era » el compañero más feliz e ingenioso». Sin embargo, su propia hermana le consideraba «insociable», añadiendo «tal y como pasa con la gente tímida, él era más él mismo cuando estaba con desconocidos que cuando estaba con sus familiares.»
Manual de sánscrito
Andrzej Gawroński escribió el «Manual de sánscrito», el cual a día de hoy sigue siendo un elemento irremplazable para arender este idioma en Polonia. El libro se publicó en 1932 en Cracovia, tras la muerte del autor. El proceso de publicación fue largo y enfrentó varios obstáculos, relacionados con la naturaleza exótica del idioma. Rozwadowski recordó que: «Gawroński primero preparó la gramática y los fragmentos, después las explicaciones y un diccionario.»
Sin embargo, la imprenta de la Universidad Jagielloniana de Cracovia no disponía de la fuente sánscrita – al igual que el resto de imprentas de Polonia. En consecuencia, decidieron primero enviar a imprimir el libro a una imprenta extranjera. Terminar estos pasos llevó un largo tiempo. Como resultado, la gestión de la imprenta finalmente decidió comprar el set de fuentes necesarios e imprimir el libro en casa.
Desafortunadamente, a la imprenta tardó mucho tiempo incluir las fuentes en el set requerido. Para cuando se dispuso de las fuentes, se encontró el plegado correcto y estaban lo suficientemente familiarizado con él, el autor murió. El libro no se habría publicado de no ser por la profesora Willman-Grabowska. Ella llevó a cabo correcciones y comparó el texto con el manuscrito.
Una vez que la profesora Willman-Grabowska se hizo cargo, hubo otra dificultad causada por el compositor tipográfico. Él necesitaba tener la posibildiad de estar en constante contacto con la persona que realizaba la impresión, mientras la componían y la revisaban. Tras distraerse con otras tareas, él volvería a trabajar en el «Manual de sánscrito», tras un tiempo. Entonces, él tendría que aprender de nuevo todo. Además, esas largas pausas de meses en su trabajo, serían el resultado de tener que renovar el stock de fuentes, que se desgastaban rápidamente. Él también tuvo que complementar las fuentes que faltaban.
Luchando contra la enfermedad
Durante años, Gawroński luchó contra la tuberculosis, que por aquel entonces era una enfermedad fatal y un gran problema social. Tanto la gente pobre como la rica la padecían. Intentó combatir su enfermedad realizando viajes a sanatorios y mediante tratamientos de duchas de agua fría. made attempts to fight his illness through trips to sanatoriums and through cold shower treatments. La enfermedad empezó a debilitarse en 1920 con el invento de la vacuna, mientras que los antibióticos ayudaron a erradicarla con éxito a mediados del siglo XX. Sin embargo, desafortunadamente para Andrzej Gawroński, él no vivió para ver estos desarrollos.
A veces, pasaba el día acostado cuando se sentía enfermo. Sin embargo, intentaba utilizar este tiempo para leer libros. Toda su vida le gustó leer. A menudo les regalaba libros a sus amigos. Sus amigos recordaban al políglota polaco como un hombre firme y de fuerte voluntad que no admitía sus debilidades. Se burló de su enfermedad en cartas y conversaciones personales.
El enfoque de la vida del políglota polaco
Helena Willmanowa-Grabowska dijo sobre él: “Dotado, con habilidades extraordinarias y con el temperamento de un conquistador y un leader, vio muchas tareas por hacer y estuvo ansioso por abordarlas. Él fue como un tempestuoso caballero polaco. Repetidamente decía, «¡No me rendiré, no me rendiré!» Y su espíritu superó a su cuerpo. Él reprimió los momentos de debilidad y no perdonaría si alguien le remarcaba que se sentía débil.»
Debido a la tuberculosis, decidió permanecer soltero por el resto de su vida. Su hermana recordó que más tarde se enteró, a través de su amigo, de que una chica guapa y demasiado emocional le confesó a un amigo que tenían en común el amor eterno que sentía por Gawroński. Ella quería que le dejara cuidar de él. Tras escuchar su confesión de amor, su único comentario fue: «¡Es una histérica!» Él aceptó las limitaciones de la enfermedad, evitando escrupulosamente todo contacto físico, por precaución y orgullo.
Poco antes de su muerte en 1927, Andrzej Gawroński tenía fiebre. Mientras deliraba, el políglota polaco pronunció sus últimas palabras: «¡Emisoras de radio por todas partes, pero sin señal!», y después, murió.